CUBA Y ESTADOS UNIDOS

Miami 5 abril 2012 016

COLUMNA RETRATOS

VIERNES 24 DE JULIO DE 2015

Gilberto Haaz Diez

PUBLICADO EN EL SEMANARIO CENTINELA 

CUBA Y ESTADOS UNIDOS

 

54 años después de que se miraron feo y se sacaron la lengua, los americanos y los cubanos vuelven a tener relaciones diplomáticas. Aún no hay embajadores designados, pero los cubanos ya izaron la bandera de Cuba en Washington, gracias a papá Obama. Fue un acto que hizo llorar a todos aquellos cubanos exiliados, que en Miami han hecho su forma de vida, lastimosa porque no hay cubano que no extrañe su tierra. Los de la calle 8 de la pequeña Habana (Little Havana), ese sitio donde los viejos juegan dominó, se ahorcan la mula de seises y juegan ajedrez, el que una vez tuvieron a José Raúl Capablanca como campeón del mundo (foto). En ese Miami, nostálgicos cubanos miran hacia el malecón de la Habana, donde a 90 millas huelen la tierra de sus ancestros. Donde una vez salieron huyendo porque la revolución Cubana los ahuyentó, cuando Fidel les engañó y se volvió comunista y dictador perpetuo (está tan viejo que hasta la muerte se olvidó de él). Una mañana de octubre de 1960, el presidente John F. Kennedy le encargó a Pierre Salinger, su jefe de Prensa, le consiguiera mil puros de la marca Petit Uptmann, no los Cohíba de ahora. Pierre se los entregó en su oficina del salón Oval, y entonces, oliendo esos exquisitos puros cubanos, JFK firmó el decreto de embargo. Donde les negaron todo, medicinas, víveres, cualquier asistencia comercial y de dinero. Pierre Salinger lo contó: Una mañana, el presidente me llamó a su despacho por la mañana temprano.

«Pierre, necesito ayuda», dijo solemnemente.

«Estaré encantando de hacer lo que pueda, presidente», contesté.

«Necesito muchos puros».

«¿Cuántos, presidente?».

«Unos 1.000 Petit Upmann».

Me dio un escalofrío, pero lo disimulé. «Y, ¿cuándo los necesita, señor presidente?».

«Mañana por la mañana».

Me fui del despacho preguntándome si lo iba a lograr. Pero, dado que yo era un gran fumador de puros cubanos, sabía de un montón de tiendas donde los vendían, y solucioné el problema por la tarde.

A la mañana siguiente, cuando llegué a mi despacho a las ocho de la mañana, el teléfono del presidente ya estaba sonando. Me dijo que fuera a verle inmediatamente.

«¿Qué tal te fue, Pierre?», dijo, mientras yo cruzaba el umbral.

«Muy bien», respondí. De hecho, había conseguido 1.200 puros. Kennedy sonrió y abrió un cajón de su escritorio. Tomó un gran papel y lo firmó inmediatamente. Era el decreto que prohibía todos los productos cubanos en nuestro país. Los puros cubanos eran a partir de ese momento ilegales en nuestro país.».

Este 20 de julio de 2015, la bandera cubana ondea en Washington. El 14 de agosto, John Kerry, secretario de Estado, irá a poner la de las Barras y las Estrellas en La Habana. Después, pura vida, como diría Clavillazo. A las Mc Donalds y las Coca Cola originales. Izada en la Calle 16, a dos kilómetros de la Casa Blanca, ondea orgullosa. La bandera que luce desde este lunes por la mañana en Washington es la misma que fue retirada hace medio siglo, guardada por una familia cubana en Florida en espera de que este día llegaría». Pues el día llegó. Gracias, papá Obama.

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