COLUMNA ACERTIJOS
Gilberto Haaz Diez
*Las malas compañías son las mejores. Camelot.
EL TREN BALA (JAPON DIA V)
El Tren Bala nos deja en la terminal de Tokyo, de regreso. Temprano por la mañana partimos. Tenía curiosidad por conocerles. Vengo de la cultura del riel, de los ferrocarriles, que antes eran nacionales de México y hoy son una piltrafa, en manos de voraces empresarios. Pensé, oh iluso de mí, que Peña Nieto nos pondría un tren rápido que volara de Veracruz-Córdoba-Orizaba-Puebla-DF. Pero na, capotea tragedias y muertes y reclamos de Ayotzinapa. Dejados y abandonados por los gobiernos, los ferrocarriles terminaron convirtiéndose en transporte de carga, olvidando el pasaje. Dos horas y pico a una alta velocidad, poco más de 200 kilómetros por hora, el tren japonés nos pone en el andén, sin la Penélope de Serrat. Por la mañana fuimos a Kyoto, bordeando el Pacifico, con estampa de mar abierto como cuando se va a Alvarado, que también es pueblo y aunque no tiene tren de alta velocidad, tiene una gastronomía de primera, entre ella los tamales de elote que se comen al paso en Salinas, pueblo pegado a la carretera. Nada del otro mundo este tren, uno que se ha trepado al AVE español, y que ha recorrido tramos tan bellos como el Madrid-Sevilla y el Madrid-Barcelona o el Madrid-Toledo, y algunos otros más, nada debe sorprendernos. El japonés no tiene, por ejemplo, el GPS de los gachupas, que te van diciendo a qué velocidad va y, en momentos, te apanicas cuando te avisan que vuelan a más de 200 kilómetros. Te venden lo que pueden, los refrescos y sus comidas enlatadas y cacahuates y papitas, de las que no puedes comer solo una. Las vendedoras uniformadas, el Imperio del Sol Naciente tiene orden. Todos al trabajo. El guía nos atosiga, nos trae de templo en templo. Ya le pedimos time. Es el último templo que vemos, Kyo, o nos llevas a Museos o a algo más, o te cortamos la vuelta. Sonríe, con su tapabocas de siempre. Vimos más templos y un sitio de algún rico feudal, con lago y toda la cosa y río particular, parecería dirigente sindical petrolero, con tiendas de souvenir al pie para llevar las camisetas y los llaveros. La mercadotecnia en su esplendor. Debimos haber ido a Hiroshima, donde el Ceremonial de la Bomba, pero el tren nos ponía a 3 horas y media más las tres de regreso, era una eternidad. Otro día será.
EL TIEMPO Y LA ESTATUA DEL PERRO
Subí al Facebook una foto de la estatua del perro japonés Hachiko. De repente, al caminar entre el centro, lo que es su Times Square japonés, un sitio lleno de luces y pantallas como el neoyorkino, vimos a la gente arremolinarse en la estatua del perro fiel. Jamás en la historia se ha registrado un caso de perro más fiel. El de Hachiko, que al morir su patrón lo esperó en la estación del tren por 9 años, una historia que tomó Hollywood y que Richard Gere embelleció y entristeció al mundo, cuando se conoció la historia. Polo Levet, un amigo, me dice que la estatua con el profesor está en la Universidad de Tokyo. Pero esta del perro es retratada por miles. Cientos y cientos que forman fila para tomarse una foto al lado del can más famoso de Japón, y creo que del mundo. Nos habían dicho del tiempo, que sería frio, que digo frio, friísimo. Con temperaturas de 3 grados bajo cero. Qué va. Hay ocasiones que cargar el abrigo es una incomodidad. Sí, hace frio, pero nada del otro mundo. Ahora dicen que en Sendai nos preparemos. Qué va, resultará igual. Mas nevó por el volcán Pico de Orizaba, y más nieve apareció en la autopista de Puebla, para admirar la belleza, como aquella vez de aquel día que al coronel Aureliano Buendía su padre lo llevó a conocer el hielo, según relato de Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad.
EN SENDAI
Los pueblos que se levantan de las guerras y las derrotas, suelen ser grandes después de la humillación. Alemania y Japón son dos casos. Un tiempo la adversidad jugó en contra de ellos. Fueron pueblos bombardeados inmisericordes: Truman contra ellos y Churchill con los alemanes en Dresde. Paréntesis: (doce semanas antes de la capitulación de la Alemania Nazi, a míster Churchill, que también fue sanguinario, aunque le tocó estar del lado de los vencedores, los que cuentan la historia a su manera, la Fuerza Aérea Británica bombardeó Dresde. Ya casi rendidos. Con saña. Unos dicen que mataron a 200 mil alemanes, civiles la gran mayoría. Era la Florencia del Elba y le dejaron ir 4 mil toneladas de bombas altamente explosivas y dispositivos incendiarios, arrasando gran parte de la ciudad y desencadenando una tormenta de fuego que consumió su centro histórico. Las fotos no mienten. No dejaron ladrillo tras ladrillo. Eso fue un Crimen de Guerra, pero quién iba a juzgar a Churchill ¿Quién iba a juzgar al juzgador?). Pero de sus cenizas,
los dos países, como el Ave Fénix, un día levantaron el vuelo y hoy se les ve en el orden y la disciplina. Y los ejemplos se notan, suelo andar de hoteles en hoteles y conocer en diversos países su forma de trabajo, pero aquí hay que ponerse de pie. Como buen mexicano dejo mi camisa ya usada en el día en el respaldo de la silla para que, cuando tenga que ir a la maleta y al servicio de lavado no se junte con las otras. Pues el camarero de este hotel deja todo rechinando de limpio y cuelga mis camisas y lo que encuentre tirado, estoy pensando en llevármelo contratado como amo de llaves. O al L’Orbe con Pepe Aranda. Pueblo ordenado, disciplinado, se les ve en la calle en su forma de moverse, de respeto, de trabajo. Amanece sábado. Voy a rolar. En dos días nos movemos a Sendai. A La Cumbre de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres. Mientras, voy al Museo Nacional de Tokyo. A ver su arte, a conocer más de ellos. Tokyo es una ciudad muy agringada. Hay lugares donde no se piensa que se está en Japón. Los anuncios americanos y los grandes almacenes y sus grandes firmas, evolucionaron esta ciudad. Si ustedes piensan que en cada esquina hay templos con sus construcciones habituales. No. Se equivocan, fresco y fragante capullo. Lo que hay es una parafernalia de modernidad. Que mañana les cuento, si Dios quiere.
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