LAS HISTORIAS QUE CONTAR

COLUMNA ACERTIJOS

LUNES 30 DE MARZO DE 2015

Gilberto Haaz Diez

*No buscaba cuentos con final feliz… tan solo quería ser feliz sin tanto cuento. Camelot.

LAS HISTORIAS QUE CONTAR

A veces quizá escribimos para ser otros, dijo alguna vez el periodista Tomas Eloy Martínez. Uno se la vive entre hoteles, entre horarios dispares, entre camareras que entran a limpiar los cuartos cuando se está tecleando estas líneas, horarios difíciles, entre los husos horarios que la mayoría de las veces lo atarantan a uno más que cualquier crisis. Aunque son llevaderos y suelen pegar de lleno solo por unos días. Este periplo de casi un mes fuera de mi tierra, fuera de mi cama pero con la familia al lado, que eso mitiga cualquier disparidad y evita que entre al cuerpo y la mente el Síndrome del Jamaicón, conocido así porque Jamaicón Villegas fue un futbolista muy famoso de las Chivas de Guadalajara, cuando eran grandes, no que ahora luchan por no descender, y Jamaicón cada que salía del país, sobre todo a Europa, dicen sus compañeros, lloraba porque extrañaba los taquitos y la birria jalisciense. A eso se le llamó el Síndrome del Jamaicón. Yo lo traigo ya en la gastronomía. Extraño mis enfrijoladas y unas enmoladas que Martha, mi cocinera favorita y única, me prepara como si fuera Rey de Chacaltianguis. Uno va contagiándose de las historias que se ven y se cuentan. Viven contigo, a tu lado, desde los músicos urbanos hasta los pedigüeños que se ven en las banquetas, en estas banquetas frías europeas, igual españolas que francesas. Ver y otear por doquier lo que ya alguna vez se caminó y lo que es nuevo. Por ejemplo, Sevilla lo conocía, desde su barrio de Triana y el de la Macarena (de noche cuando me acuesto, le rezo a la Virgen de la Macarena) hasta la imponente Catedral de Sevilla, donde cuatro figuras de alabarderos, cuatro heraldos dice Wikipedia, que representan a los cuatro reinos españoles: Castilla, León, Aragón y Navarra, cuidan los restos de Cristóbal Colón, una tumba de mármol gigante que los turistas aprovechan y se retratan al gusto. O de lado o de frente. Con una leyenda sencilla: “Aquí yacen los huesos de Cristóbal Colón, primer Almirante y descubridor del Nuevo Mundo”. Así, a secas. Poco texto para hombre tan grande. En Europa uno tiene que andar con tiento y con ojo de águila por los hoteles. Las estrellas se les caen a algunos. Hace años me hospedé en uno que no me acordaba su nombre, era Inglaterra y lo confundí con Londres.

DE LONDRES A INGLATERRA

Pues allí llegamos una mañana a Sevilla y cuando lo vimos pedimos nuestro cambio. Era una posada de una estrella, muy limpia, pero nos esperaban en el otro. Hoteles de cuatro estrellas que la portan con orgullo. Frente a un parque grande y del otro lado de la acera, el Ayuntamiento sevillano y a un lado la calle Tetuán, donde Zara, la tienda señera del gran Amancio Ortega, el hombre más rico de España y el tres del mundo, que le pisa los talones a Slim Y Gates, está en oferta con su ropa europea y las colas asemejan los martimiércoles de Chedraui cuesta menos. Un kiosco en el centro para hacerme de tres periódicos españoles: El País, El Mundo y ABC de Sevilla, aquel que fundó en 1903 don Torcuato Luca de Tena. Suelo levantarme mas temprano y con un café en el restaurante leer los tres diarios a las prisas. Allí conocí la tragedia del accidente de aviación en todo su relato, en todo su dolor, en las historias de tragedias. Aunque tuvo que ser el gran diario The New York Times el que revelara el enredo cuando un copiloto se apoderó del mando del avión Airbus y lo estrelló intencionalmente con 150 personas a bordo, para impactar al mundo, para entender que volar ahora es más peligroso que antes, porque se te atraviesa un locochón de estos y no te salva ni la Virgen de la Macarena, o te encuentras unos de esos locochones paisanos de Nemi que dan su vida y se inmolan porque, les han metido en el coco que encontrarán 40 vírgenes para ellos solitos. Y si en la tierra no las tuvieron, en el cielo menos, porque llegan como criminales suicidas. El copiloto es toda una ficha, resultó un criminal porque suicida no es, un suicida se mata solo. Esa historia no ha dejado de comentarse en los noticieros televisivos y los diarios. Las banderas en toda España ondearon a media asta. Los presidentes de los tres países, Francia, Alemania y España, en la solidaridad con las familias. Terrible. La aviación vuelve a sufrir otra pena, la gente comenzó a cancelar vuelos, hay miedo, hay temor. Corrobora lo que decía Picasso, no le tengo miedo a la muerte, le tengo miedo al avión.

CENTRO HISTORICO-TETUAN

Una tarde después de comer, caminamos sobre la calle Tetuán, no la conocía, es una calle muy peatonal, toda la parte del centro está cerrada al tráfico, como la Madero orizabeña, han convertido a Sevilla muy peatonal y la zona de la Catedral, víspera de Semana Santa, está acordonada y sus monumentos bloqueados y cubiertos con madera y cuerdas, para cuidar que la gente no se trepe en ellos y los deteriore. Entré a una tienda Zara, del gran Amancio Ortega, el hombre más rico de España y el tres del mundo, fortuna hecha con trapos, solo trapos. Este año que pasó el angelito tuvo utilidades de 2 mil 600 millones de euros. A poco de caminar, entre las bellas sevillanas. Paréntesis (estoy casi seguro y apuesto doble contra sencillo, que las sevillanas son las mujeres más hermosas del mundo, con la sonrisa en los labios, con garbo, pisa morena, pisa con garbo que un relicario…, que a las prisas lucen su sonrisa y su vestir a la moda), encuentro una librería, he solo comprado dos libros y va a ser difícil llevar más, el peso en las maletas imposibilita eso, las compañías aéreas se ponen pesadas, como las maletas, y quieren pan y más pasta. Encontré uno, dudaba si llevármelo porque debe pesar dos o cuatro kilos. Se llama ‘La historia silenciada de Estados Unidos”, escrita por el gran cineasta Oliver Stone, ganador de un Oscar, con ayuda del profesor de historia, Peter Kuznick, encuera a Estados Unidos desde la Guerra de Secesión hasta la llegada de Obama al poder. Desembolso 39 euros y me lo llevo.

Visítenos: www.gilbertohaazdiez.com

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